domingo, 28 de diciembre de 2014

Armonía


Hace poco leí un artículo de Darío Beltrán que trataba acerca de las celebraciones navideñas cuando no se es creyente. La religión no es mi tema favorito y resulta ser en ocasiones lo que detona una serie interminable de preguntas que regresan una y otra vez al argumento principal en forma de loop infinito. Sin embargo crecí en una familia con una fé bien sostenida, fundamentada, inquebrantable y verdaderamente admirable que me ha enseñado un camino que también he recorrido aunque a veces ese loop incomode.
Es por esto que celebro las fiestas del último mes de cada año como una temporada en donde agradezco -como expliqué en mi último post- todo lo que tengo y los que están cerca, pero específicamente en esta fecha disfruto de la unidad y diversidad que hay en mi familia, de lo que puedo aprender de cada uno de ellos y de lo que podemos crear estando juntos.
No creo en que un solo dios nos haya creado, en que seamos diferentes por raza, color de piel o situación económica y tal vez tampoco crea en algún otra deidad de otra corriente religiosa, pero sí creo en el poder del Universo en ponernos a todos nosotros -y a ustedes- en este preciso momento, espacio e instante, para poder coexistir en perfecta armonía.
Dicho esto, les pregunto y me gustaría que me compartieran ¿En qué creen ustedes?
Y más allá de sus respuestas, los invito a pensar en las diferencias entre nosotros como un nuevo espacio de aprendizaje y convivencia más allá de un filtro que nos vuelva aún más distantes.








 




domingo, 7 de diciembre de 2014

Vino y velas.

Llegan estas épocas del año en donde todo mundo se siente feliz por las esperadas vacaciones, por las visitas familiares o los materialistas por los regalos que se puedan obtener. 
Recuerdo que antes todos los Años Nuevos y Navidades lloraba. Lloraba por la nostalgia de lo que se quedaba y el no saber qué vendrá, por dejar atrás personas y momentos que no están más o simplemente por la emoción de tener cerca a los que más quiero.
Creo que ese sentimiento no se ha ido del todo, es sólo que ya he aprendido a manejarlo. Más allá de llorar, aprendí a agradecer lo que tengo y a los que tengo conmigo, que por algo hemos llegado hasta aquí y deberíamos valorarlo.
Para estas fechas decembrinas los invito a no llorar como yo. A no aferrarse de lo que ya no está, de lo que se ha ido; si se ha ido es porque vendrá algo mejor. Es el mayor cliché, pero es verdad. En vez de llorar celebremos y valoremos al que tenemos a un lado, al que te regala una sonrisa, al que te hace mejor persona y a quien hace nuestra vida un mejor viaje.
Aquí están algunas de estas personas que hacen que todo este viaje esto valga la pena.