martes, 1 de abril de 2014

Pijama.


El domingo regresé del aeropuerto y honestamente no quería estar sola. Cuando iba pasando por las calles antes de llegar a mi casa, me di cuenta de que las flores se habían puesto muy bonitas. Que cursi.


Pero es verdad.


Vivo en medio de un bosque, y normalmente siempre hace frío y todo es muy verde. Pero creo que todo es más bonito a color, excepto la fotografía. La fotografía sí la prefiero a blanco y negro.









Cuando llegué, Regina acababa de despertar. Le puse unas pantuflas de princesas, una sudadera con orejas y la subí al coche. Con la batería cargada a la mitad, nos bajamos a jugar con las flores nuevas. Es ahí cuando me doy cuenta de que vivo con muchas presiones y preocupaciones dentro de mi cabeza, y que está bien de vez en cuando guardar silencio y jugar. O evitar picaduras de abejas.















La pasamos bien. Pocas personas me hacen sentir tranquila o me hacen olvidarme de todo. Regina es una de ellas. Ella cambia todo, mejora todo, tranquiliza todo. Y sé que por algo estamos aquí, viviendo momentos desde hace casi cuatro años. Supongo que algún ser supremo planeó esta vida tan padre que hemos tenido. 
Al final, aunque siempre hemos estado rodeada de muchísima gente, sólo somos ella y yo. Y eso es lo que me hace ser mejor persona cada día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario